En
1745,
España colonizó la región que ahora es el
valle del Río Grande (el Río Bravo del lado mexicano) y de esa manera nació la cultura texana, de herencia española. La cultura texana estaba muy ligada a la cultura
cajún. Estas semejanzas son evidentes aún en la actualidad.
En la década de 1850,
alemanes,
polacos y
checos emigraron a Texas y México, trayendo su estilo de música y baile. Trajeron consigo el
vals, la
polca y otros estilos populares, como la redova y la vasoviana.
A principios del
siglo XX, la principal actividad de los texanos consistía en la explotación de ranchos y la agricultura. La única diversión era el ocasional músico itinerante que llegaba a los ranchos y granjas. Sus instrumentos básicos eran la
flauta, la
guitarra y el
tambor. Interpretaban canciones transmitidas de generación en generación que originalmente se cantaron en España o en México.
Entre esos intérpretes destacó
Lydia Mendoza, quien fuera una de las primeras personas en grabar música en español, como parte de la ampliación de la división de la RCA, Race Records (‘discos raza’) en los años veinte. Conforme los músicos viajeros se trasladaban a zonas habitadas por alemanes, polacos y checos, empezaron a incorporar en sus creaciones el compás de dos por cuarto, cuyo sonido se describe con la expresión “chun-ta” (en inglés
oom-pah.